El Medio Pollo y Su Otra Mitad

El medio pollo

El Medio Pollo
Ilustration: Debi Hubber

A los cinco años de edad

Esa noche, a los cinco años de edad al despertarme sumido en la oscuridad, cuando mis padres, después de trabajar doce horas seguidas en su tienda, se habían marchado al cine, me puse a lanzar gritos de terror. Al cabo de unos minutos, horas para mí, entró en el cuarto la fiel Cristina, una vieja empleada aquejada de una demencia tranquila; se creía la esposa de Jesucristo. Para calmarme me contó un cuento, El medio pollo, que hasta el día de hoy no he olvidado:

Erase una vez medio pollo. Tenía un ala, una pata, un ojo, media cola, medio pico, medio cuerpo, media cabeza. Siempre andaba hambriento, porque no podía retener nada de lo que comía. Por su medio estómago se le escurría todo. Por donde pasaba, sembraba la desolación.

El medio pollo devoraba las plantaciones de trigo, de maíz, de arroz y también de lechugas, las legumbres, lo que fuera. Además, a pesar de tragarse un lago, un río, un mar con peces, su sed no se calmaba.

Me aterré más aún. ¿Qué íbamos a hacer si el medio pollo llegaba a mi cuarto? Quizás intentaría devorarnos. Cristina me tomó las manos, que yo tenía apoyadas sobre mis ojos, y me las acarició con ternura. No temas, Alejandrito. El medio pollo ya calmo su sed. Ahora vive tranquilo en mi gallinero. Mañana por la mañana, cuando te despiertes, te lo voy a presenta.

Después del desayuno, Cristina me llevó a la humilde cabaña que ella misma había construido, en las faldas de un árido cerro, con sacos vacíos y trozos de cartón, en Tocopilla, mi pueblo natal del norte de Chile, nunca llovía, y lanzando un grano de trigo hacia las rocas vecinas llamó: San Juan, ven a ver a mi amiguito. No tardó en llegar corriendo, a picar la semilla, un pollo de plumas polvorientas, quizá negras, con dos alas, dos patas, dos ojos, un pico entero, una cabeza entera, una cola entera, un cuerpo entero.

  • Te presento al que fue medio pollo, mi niño. Te voy a contar lo que pasó:

Después de recorrer desesperado el mundo entero, al regresar a nuestro amado desierto, se encontró con otro medio pollo, tan muerto de hambre y de sed como él. Al instante se amaron cual buenos hermanos. Decidieron juntarse. Apenas aproximaron los medios cuerpos, sus carnes y huesos se pegaron. Dejaron de ser dos partes para volverse uno. Desde entonces San Juan, como lo he llamado, se alimenta cada día de un grano de trigo y una gota de agua, Eso le basta para sentirse saciado.

La locura una forma

Quizá la locura no sea una enfermedad sino una forma de expansión de la Conciencia. ¡Cuánta sabiduría había en ese cuento de Cristina! Me hizo comprender que yo era sólo la otra mitad de mí mismo. Que mientras buscara fuera de mi espíritu, andaría angustiado absorbiendo maestros y conocimientos sin sentirme nunca satisfecho.

La otra parte, tan incompleta como yo, me esperaría hasta que mi desesperación fuera lo suficientemente intensa como para hacerme abrir las puertas de mi cárcel racional y unirme a ella, la impensable sombra que cambia de tamaño según la posición del sol, entendiendo por sol energía indefinible que nos mantiene con vida, a la que podemos, si bien lo queremos, llamar Dios interior.
Alejandro Jodorowsky
La sabiduría de los cuentos

Tags for post: carcel, Cuento, enfermedad, locura, mitad, racional, Sol

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