El origen de los cielos
Wellington NZ, Carter Fountain
Foto: Lina Marin
¿Quién sabe dónde está el cielo y dónde está el infierno?
¿Quien afirma que el infierno existe por encima de nuestra naturaleza y que el cielo existe más allá de nuestra espiritualidad? ¿Quién ha ido y regresado de estos dos míticos estados? ¿Quién estuvo en el cielo y volvió con un arpa en la mano ? ¿Quién fue al infierno y regreso con un tridente?
Las creencias intrínsecas entre la mente y la imaginación son los creadores de estos arquetipos que nos han acompañado durante la historia de la humanidad. La naturaleza mortal del hombre nos ha desvelado durante la evolución de la vida que el infierno y el cielo están aquí. Aunque, todo es susceptible a cambiar. Las leyes universales dicen que como es arriba es abajo. ¿Quién dice lo contrario?
En el cielo la gente besa la tierra que otro pisa
La gente ama y respeta la naturaleza de la vida, buscan constantemente estar en quilibrio y en paz consigo mismos y el Universo. Se enfrentan cara a cara con humildad y paciencia para mejorar su actitud ante la vida y en pro de los otros. La gente con angel es discreta, apasible y adsequible, dice la verdad, es compasiva y siente empatía por los demás sin importar sexo, status o condición social. Conocen sus limitaciones, debilidades y virtudes. Aceptan sus errores con facilidad y son agradecidos por su propia existenica. La gente que vive en el cielo es humilde y sensible ante el sufrimiento y el dolor ajeno.
Camino a la evolución
Acatan la opinión de los otros y saben escuhar, abrazar, acariciar, besar, rien más, disfrutan hasta de lo más mínimo que la vida tiene para ofrecer. Saben pedir perdón, perdonarse y perdonan con el alma. La gente en el cielo es consciente que tiene un alma que está progresando en la tierra y un espíritu que está en camino a la evolución cada instante de su existencia.
En el infierno la gente especula
Critica, amenaza, inventan habladurías. Se lamentan por que sí, y se lamentan porque no también, son envidiosos y fluctúan constantemente entre mundos oscuros y luminosos. Son ventajosos y se aprovechan de los más débiles. Son capaz de destruir almas puras sin compasión con tal de sobre salir y llevar a cabo sus malas intenciones. Son mala sangre. Son mala gente hasta con su propia familia. Ocultan su verdadera cara y sus palabras nunca son confiables porque no confían en sus propias palabras. Son arrogantes y vnaidosos, dicen mentiras.
No respetan ni la edad
Son mañosos con todo lo que dicen y hacen. No respetan ni la edad, ni la famailiaridad, ni la amistad, cualquier persona puede ser su víctima para saciar sus culpas y malos comportamientos. Son insensibles, no les duele el dolor ajeno. Son rencorosos, soberbios y orgullosos, odian con facilidad. Desportican del mundo entero y abusan de la confianza. El peligro de estas personas es que se creen sabios y perfectos dentro de su ignorancia y mediocridad afirmando que los otros, los buenos, son los malos.
Cuando se ven perdidos en su propio fango
Se hacen las víctimas e inventan cuentos para no afrontar su realidad. No aceptan la opinión de los demás, ni que los corrijan, ni mucho menos que les digan que se equivocaron. Estas personas tienen dos caras, la cara que muestran ante sus intereses económicos más sagrados y la cara que muestran ante su propio fracaso. Son oscuridad de la casa y claridad de la calle. Son el reflejo de su alma negra ante su familia y vulnerables ante sus ancestros. Su mayor detonante y debilidad es su propia sangre y cualquier persona que se refleje en su propio espejo.
Reconoce entre el cielo y el infierno
Comprender la función entre la cabeza y el corazón es tan vital como respirar. En nuestro paso por la vida siempre nos vamos a encontrar caminos tramposos y caminos luminosos, por ello se necesita de mucha claridad; cuando el corazón está inmerso, la cabeza debe decidir; cuando la cabeza esta involucrada, el corazón debe decidir. Si se pierde uno de los dos enfoques, se pierde el norte de cualquier situación. La ventaja es que somos resilientes y tenemos la capacidad de volver a empezar, pero, hay que estar atentos a los malos hábitos, las malas compañías y los patrones repetitivos que como duendes nos hacen tropezar. Es fundamental tomar consciencia en el eterno presente para seguir creciendo.
Lina Marin
