Painted: Evgenia Gapchinska
Astro invisible que alumbra lo viviente
Memoria constante de aquello que es uno, astro invisible que alumbra lo viviente, torcedor eterno que destroza el alma, cuerda que te ciñe el cuello y te saca del mundo para que bajes desnudo, sin metales ni alhajas, sin otro alimento que un trozo de pan y un vaso de vino, a las catacumbas del corazón.
Soy ese despojo
se aislamiento, esa impotencia que te entrega inerme cuando tu rodilla desnuda se inclina ante el Eterno, cuando hierve en tu sangre su vibración disolvente, cuando la distancia y el tiempo cesan de ser muros y se hacen sangre de tu cuerpo.
Quiero que me dejes calcinar tu carne ilusoria soportando una y otra vez los bocados de la muerte.
Con el rostro negro
Al calor de dos lumbres secretas, te haré hervir en agua verde cortado en mil pedazos hasta que de tu faz abierta surja la flor de oro. Talla la piedra bruta, olvida el abecedario, la tiranía del zodiaco, los necios ritos fúnebres, los muñecos raídos respetados por los magos, las falsas lámparas que dicen vencer la oscuridad: busca en el vacío de la fosa, arrójalos en una tierra blanca, fija la volátil y sublima la substancia, hazte dueño de tus nombres, revive al hijo muerto que llevas sepultado en la espalda.
Todo lo que es tierra navega hacia los cielos
Una y otra vez subes para caer en rocío, tejes con las fibras de tu aura el cáliz de la hembra, la voracidad del tiempo se atenúa, eres mecido por una antigua luz, de la rosa blanca y la rosa roja se escapa la sublime sangre rosada.
Te invito a meditar sobre una piel de tigre
Un sol entre las cejas, ojo nacido del aroma–germen, como un muro que se desploma saludarás a la vida, convertirás cada segundo en talismán sagrado, en cenizas y arcilla esparcirás tu memoria, con un mandala en la boca expulsarás al verbo, abrirás los siete centros, partirás la gema ardiente, cantarás junto a la fosa el sutra de lo Indivisible, transformarás a tu madre difunta en cera mágica, acariciarás el lomo del aire con manos de pastora, darás a tus juicios la beldad de un ángel que revienta, te apiadarás de aquellos que comen podredumbre, sentirás que todo exhala el sacro perfume del incienso, marcharás llevando en las manos tu cabeza cortada, elevarás como bandera un esqueleto en llamas, desaparecerás en el fulgor del diamante central.
Como una piedra lenta te he sacado de la bruma
Te he dado mi demencia para que dejes de ser un muerto nómade, para que en tu frente brille una luna llena y tu cráneo se abra en diez mil pétalos: la meta final es ilusoria, todo se realiza en el alma, el botín de guerra eres tú mismo. Más allá del nacimiento y de la muerte, más allá de la cadena de causas y efectos, sombras furtivas atravesando los espejos, tú y yo juntos, consuelo de los consuelos, seremos cuerpo del olvido.
Alejandro Jodorowsky
Arcano VI El Enamorad