Raíces que germinan
Mi jardin
Foto: Lina Marin
Anclados en la tierra
Nuestra naturaleza espiritual requiere que tengamos los pies profundamente anclados en la tierra. Con la atención puesta en la perspectiva de nuestra realidad y sus altibajos. Incluyendo, como parte esencial de nuestra realidad, la familia, los amigos y el entorno en general.
Familia toxica
La familia que nos confronta con su toxicidad en la dimensión de nuestra humanidad, haciéndonos tomar conciencia de, si batallar guerras absurdas, o, si más bien sabiamente tomar distancia. Y con su tesoro, que es el regalo oculto de nuestros ancestros que hay que rescatarlo de la oscuridad para abrazarlo y potenciarlo.
Amigos y familiaridad
Está la realidad de los amigos, con el espejo que nos corresponde, por la familiaridad que cargamos intrínseca e inexorable de nuestra genealogía y que, así como con la familia, se le debe dar el mismo trato.
Nuestro entorno en general
Está el entorno en general que, de vez en cuando, nos sorprende con aventuras inesperadas, unas no tan buenas, otras aceptables y otras muy buenas. Con el tiempo, estas experiencias de intercambio con el resto del mundo se van convirtiendo en nuestro baluarte. Así como nos tratemos a nosotros mismos, y de cómo hemos evolucionado con nuestra familia y amigos, así mismo nos tratará el entorno.
La realidad hay que agarrarla de frente
Sin importar cúal sea la situación que se nos cruce en el camino, es necesario no maquillar lo que nos pase, ni decirnos mentiras. A la realidad hay que agarrarla así, de frente, tal cual, sin más ni menos. Mientras más objetivos y realistas seamos, más opciones y herramientas se nos presentan para mejorar nuestra vida.
Y a lo que no le encontremos sentido, ni solución, hay que dejarlo fluir como el río bajo el puente hasta que encuentre salida al mar.
Puentes y puertas
En la vida sólo tenemos puertas, ventanas y puentes para cruzar.
Lina Marin